Nicolle Torres
Muysca fuchas subas quyca aguene: mujer indígena muysca del territorio de Suba en Bogotá. Licenciada en Español y Lenguas de la Universidad Pedagógica Nacional; candidata a Magíster en Lingüística en la Universidad Nacional. Se ha desempeñado como lideresa y gestora cultural al interior del pueblo Muysca, con el Cabildo Muisca de Suba, enseñando e investigando la lengua propia, muysccubun.
Es maestra indígena en la Casa de Pensamiento Intercultural Gue Atyqiib Xaguara Sun Siasua; hace parte de la organización de Emzac Uaque, con el rol de formadora de la lengua y la tradición oral en escenarios culturales en la ciudad de Bogotá. Pertenece al colectivo de Memorias Originarias Muksu, en donde realza las voces y la reivindicación de los pueblos Muysca a través de poesía que recita a favor del reconocimiento histórico-ancestral de lo que hoy es Bogotá.
Es investigadora de pedagogías propias e interculturales en la enseñanza y aprendizaje de la lengua muysca, al interior del grupo de Investigación Muysccubun. Nicolle ha participado en el Festival Internacional de Poesía de Cali, en el 2021, en el Festival internacional de Poesía de Usme, en el 2022, y en diferentes espacios de poesía en la localidad de Suba, entre el 2016 a la actualidad. En estos espacios se ha destacado por escribir en lengua muysca, lengua que erróneamente se considera extinta. Sueña con un plan de vida ligado al fortalecimiento de la identidad Muysca a través de la educación, la revitalización de lenguas originarias y la literatura indígena.
POEMAS
Zguene gue/sí que tengo:
Tengo los sueños hechos de plantas,
De lagunas, de montañas.
Tengo la luna muerta en la mirada,
Brillando en el agua, dorada.
Tengo un camino de tierra, de greda,
Un camino que se hereda.
Tengo el susurro de mis abuelas,
Que entre el tabaco vuela.
Tengo un amor por mi madre,
Origen de todo llamada bague.
Tengo un volcán hecho alma,
Espíritu mío… de mis batallas.
Tengo un canto, de ave y de caña,
Canto que sana, canta que narra.
Tengo una lucha entre mis noches,
De entender bonito las conexiones.
Me hablan los ancestros.
Silbido de Huitaca
Sopla el silbido del mohán del río Neuque,
Estallan burbujas deletéreas en las aguas negras,
Los chulos caminan con sus alas abiertas,
Hacia un empaque atascado en el junco y la enea.
Y entre el gris yace el rastro del cadáver tenue
De una niña que reptando se topó con la lava,
De la dura e hirviente manta que atrapa
A la fértil tierra que resiste bajo su capa.
Ay, niñita que emerges de escamosas pieles,
Ven y renace entre el largo y el bramido llanto,
de una huitaca que, en unos cuantos años,
hará entre silbidos una balsita de juncos y palos.
Angua zepquysqua. siento el ruido.
Paso a paso de camino a la coronilla del cerro,
Miro a lo lejos al monstruo de un millón de cabezas,
Siento su gris que en el corazón tanto pesa,
Y saboreo su fétido desarrollo carnicero.
Las sirenas de la feroz ciudad que ruge,
El eco vibrante de una tierra barroca,
Llena de casas, llena de masas, de karmas,
De canas, de sueños que fracasan…
Y me pregunto, y le pregunto,
¿dónde ha ido el plácido silencio de nuestros ojos
que en la parpadeante oscuridad miraba cantos preciosos?
Miro a la chucua, quien me recuerda que yacen bajo la tierra,
En los caminos del agua, donde los mohanes esperan,
Los cantos de aves, y del viento que cruje la vieja madera…
Los cantos de mi pueblo, que siempre ha vivido en esta cordillera.
Complementariedad:
Venimos aquí tejiendo palabra viva, que para nosotros es la escritura que se lleva el
viento. Alzamos las voces, por aquellos y aquellas quienes despiertan y piensan en otras
lenguas silenciadas que no son las que se pronuncian en las calles. Tejemos escritura sin
lápices, en cambio con hilos, lanas, fibras vivas heredadas desde milenios. Hacemos minga
de palabra para reivindicar nuestra memoria colectiva y reescribir nuestra historia desde
nuestras propias voces. Soñamos, y no paramos de soñar con sonidos y sentidos que
entienden y responden los territorios, porque los mismos, los suelos vivos y todo lo que se
sostiene en ellos, recuerdan y saben la palabra de los hijos que han sembrado su ombligo
eternamente acá. Nuestras lenguas están vivas y la tierra las entiende.