Laura Casielles
Poemas
PROPUESTA DE ENMIENDA
Cada vez que no estemos de acuerdo,
empecemos mejor
por la buena noticia:
“hoy, aquí,
dos personas se han hecho a la vez
la misma pregunta”.
MEMORIA HISTÓRICA
La gente somos seres que sorprenden.
Por muy hondo que sea el pensamiento
de esa enfermedad,
de aquel fracaso,
irrumpen el amor, el recuerdo, la risa,
un segundo de luz y de tregua
entre la desolación y la supervivencia.
¡Qué asombroso! Tenemos por dentro
cañerías y engranajes,
neuronas, ritmos,
mares de humores y la posibilidad
de procrear.
Y sin embargo
no hace falta que pensemos para estar respirando,
podemos disfrutar aunque nos falte un pie,
y no echamos de menos a los muertos
todo el tiempo.
Al salir del hospital siempre reímos
aunque un informe diga que un reloj
hace tictac en nuestro centro.
Pero sabemos también hacer a los seres queridos
las preguntas difíciles,
espiar lo que duele, estudiarnos por dentro;
nos empeñamos
en abrir fosas comunes, cajas negras,
en ver el rostro de quien apretó el gatillo.
Hechos para el perdón y para el consuelo,
sorprendentes seres con capacidad de olvido
que eligen sin embargo
saber más.
BEYOND THIS PLACE THERE BE DRAGONS[1]
¿Cómo serán allí?
¿Comerán trigo o recolectarán
cada verano peculiares semillas?
¿Cómo recorrerán la distancia que media
entre ciudades lejanas?
¿Tendrán barcos o miedo a la mar?
¿Tendrán dioses? ¿Tendrán sabios?
¿Tendrán una palabra que diga desentristecer?
¿Quién levantó este muro: ellos, o nosotros?
¿Me amarían sus mujeres? ¿Amarán a los perros?
¿Si vienen aquí será con fuego?
¿Qué es un dragón? ¿Quién fue el primero
que juntó las letras que dicen ten cuidado?
[1] Beyond this place there be dragons (más allá de este lugar hay dragones): estas palabras se imprimían, hasta el descubrimiento de América, en todos los mapas para marcar el punto más allá del cual comenzaba el territorio aun inexplorado.
ASCENDENTE LIBRA
Conoceréis el amor y entonces
pensaréis en la muerte;
reconoceréis la belleza y entonces pensaréis
en la maldición del paso del tiempo.
Leeréis un verso y recordaréis
que la fruta se pudre,
que la violencia impera;
veréis una joven hermosa
y pensaréis en huesos y en polvo.
Conoceréis la paz y oiréis el eco del grito;
os llevarán al mar y os asombrará
la certeza del llano
que es devastado por el fuego.
Conoceréis el deseo y entonces
temeréis el fin de la tierra.
Pero, otras veces,
conoceréis la muerte y pensaréis en el amor,
reconoceréis la maldición del paso del tiempo
y os haréis súbditos incorruptibles
de la belleza.
UN GESTO SIMPLE
Lo aprendimos cuando nos perseguían:
de la mano
correr
no parece una huida.
GOZNES
¿A qué ritmo es conveniente ir abriendo
las dulces y pesadas puertas del corazón?
Cuándo la puerta del cuerpo
Cuándo la puerta de la casa
Cuándo la puerta del jardín secreto
Cuándo la puerta de las palabras que no se evitan a sí mismas
Cuándo la puerta que da a otra puerta que da a otra puerta
Cuándo la puerta del “quieres quedarte otro rato”
Cuándo la puerta de la historia sagrada
Cuándo la puerta de los sueños comunes
Cuándo la puerta del llanto
Imprescindible sobre todo
que estén cerradas las que han de estar cerradas,
no vaya a haber corriente.
SIDI KAOUKI
ZONA TEMPORALMENTE AUTÓNOMA
Hay mujeres que escriben
donde las mujeres no hablan,
hay revueltas pacíficas
que derrocan a reyes sanguinarios,
hay poemas que aciertan,
mercaderes que hacen regalos,
hay música en mitad de la batalla,
fresas entre las matas,
hay gente que se encuentra y se entiende, hay
súbitos sorprendentes triunfos del amor sin condiciones:
hay paraísos,
hay pequeños y precarios paraísos
por los que caminamos
como por una larga playa de un mar bravío
en la que huele a pescado a la brasa y se ríe y se baila
y se juega sin reglas y nos balanceamos
al unísono en grandes hamacas de tela roja
y todos nos abrazamos y olvidamos todos,
y todos vehementemente olvidamos,
olvidamos todos con alegre vehemencia
que antes o después
se va a terminar
el fin de semana.
HOMENAJE A LAS HERMANAS
A veces, las mujeres que admiro lloran.
Lloran polen, lloran piedra, lloran plumas caídas de estornino débil
y aceite quemado sobre la arena gris.
Lloran porque no encuentran
el hilo del buen amor,
lloran porque su voz no es una columna de mármol,
lloran por el peso del río.
Hay mujeres que admiro y no conozco y a veces lloran.
Supongo que también les arden bulbos en las entrañas y tienen en el jardín
tumbas de cedro.
Otras mujeres llevan
el fardo prieto de veinte siglos sobre los hombros.
No tienen mucho tiempo para llorar, pero, a veces,
manantiales y pozos y olas se les caen a las manos.
El charco crece lentamente, alcanza el mar de los charcos de antaño.
Se evapora, llueve.
Lustrosas espigas se hinchan
en un huerto de otra parte.
LA LEVEDAD DEL PÁJARO
Aprender la levedad del pájaro.
Sacar los pies del nido y encontrar
que fuera el mundo es limpio
y el cielo es amplio
y no nos queda nada
por lo que valga la pena no amar.
Aprender
la levedad del pájaro. Respirar.
Sentir cómo pasa el aire
por todas las esquinas del cuerpo,
lo más parecido a volar
que puede hacer una mujer
como yo,
con el corazón
pegado a tierra.
Desafiar
la gravedad
como quien desafía
una norma, aprender
la levedad del pájaro.
Olvidar que las cosas pesan
y echarlas al aire,
quedarse quieta y ver
cómo
les nacen
alas.
Lo más parecido a volar
que puedo hacer,
yo que tengo
los pies
de plomo.
Aprender
la levedad
del pájaro.
ACCIÓN DE GRACIAS
Estar
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir.
Por lo demás,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,
gozar
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.
No pedir más.
No pedir más.