Laura Casielles
(Pola de Siero, Asturias, España, 1986). Poeta y periodista. Es licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, máster en estudios árabes e islámicos contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciada en Filosofía por la uned. Es autora de Soldado que huye (Hesperya, 2008), Los idiomas comunes (Hiperión 2010; con esta obra obtuvo el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, así como el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández en 2011, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) y Las señales que hacemos en los mapas (Libros de la Herida, colección Poesía en Resistencia, 2014), su tercer libro de poesía publicado y cuyo proyecto obtuvo una ayuda a la creación del Injuve (Instituto Nacional de Juventud). En 2007 fue premio La Voz + Joven de Caja Madrid y La Casa Encendida y en 2009 premio Arte Joven Latina en la categoría de poesía. Ha sido incluida en diversas antologías y libros colectivos y traducida a otros idiomas; y ha visto publicados sus poemas, artículos, entrevistas y traducciones en revistas y periódicos. Realiza traducciones literarias del francés. En la actualidad reside en Madrid.
POEMAS DE LAURA CASIELLES
Primera conjugación
Encontrar las palabras
elementales. Aprender
cómo decir perdón en el idioma del que irrumpe,
y buenos días, y toma,
y he venido a conocerte, aprender
cómo decir gracias en el idioma
de los que también rasgan
y también
se desgarran,
cómo decir
café, cariño, patria,
shalom, salam aalaikum, aprender
cómo se dice pasa, entra, esta es mi casa
en un país al sur del que apenas
quedan ruinas, aprender
obrigada, spasiba, aprender
qué colores no existen en las lenguas de África.
Y cómo responder que sí en Pekín.
Llegar a las ciudades y descubrir
los entresijos del mercado,
entender,
aprender
cuál es en cada tierra
la etimología de alma, y de qué modo
saludaban al miedo mis bisabuelos.
Encontrar las palabras elementales.
Y luego hablar.
Ascendente Libra
Conoceréis el amor y entonces
pensaréis en la muerte;
reconoceréis la belleza y entonces pensaréis
en la maldición del paso del tiempo.
Leeréis un verso y recordaréis
que la fruta se pudre,
que la violencia impera;
veréis una joven hermosa
y pensaréis en huesos y en polvo.
Conoceréis la paz y oiréis el eco del grito;
os llevarán al mar y os asombrará
la certeza del llano
que es devastado por el fuego.
Conoceréis el deseo y entonces
temeréis el fin de la tierra.
Pero, otras veces,
conoceréis la muerte y pensaréis en el amor,
reconoceréis la maldición del paso del tiempo
y os haréis súbditos incorruptibles
de la belleza.
Ofrenda
Toma, este es mi cuerpo.
Ha vivido tempestades y lleva dentro animales pequeños
que por su nombre podrían ser dinosaurios.
Toma, este es mi cuerpo,
te estaba esperando,
cada mañana lo perfumo y a menudo
no me deja dormir,
si te fijas bien verás que en los recodos
tiene la forma de tus manos.
Toma, este es mi brazo, tuyo,
este es mi labio,
tuyo,
este es mi cuerpo y enseguida
piel,
entrañas,
tuyo,
se va a poner a llorar de amor,
naranjas, viento,
toma,
este es mi cuerpo,
te estaba esperando,
a veces no estás y no es nada,
a veces cuerpo,
a veces voz.
La levedad del pájaro
Aprender la levedad del pájaro.
Sacar los pies del nido y encontrar
que fuera el mundo es limpio
y el cielo es amplio
y no nos queda nada
por lo que valga la pena no amar.
Aprender
la levedad del pájaro. Respirar.
Sentir cómo pasa el aire
por todas las esquinas del cuerpo,
lo más parecido a volar
que puede hacer una mujer
como yo,
con el corazón
pegado a tierra.
Desafiar
la gravedad
como quien desafía
una norma, aprender
la levedad del pájaro.
Olvidar que las cosas pesan
y echarlas al aire,
quedarse quieta y ver
cómo
les nacen
alas.
Lo más parecido a volar
que puedo hacer,
yo que tengo
los pies
de plomo.
Aprender
la levedad
del pájaro.
La historia interminable
Todas nosotras,
Ícaro,
lo entendemos bien.
Intentábamos alcanzar el amor y acabamos,
siempre,
con las alas quemadas.
Geografía política
Los doctores llevan siglos equivocándose:
el corazón se sitúa más bien a la derecha,
tiende siempre a posturas conservadoras.
No sé por qué,
pero he visto más de mil ejemplos,
lleva a la gente a decir casa, mío, patria.
El corazón
no tiene sitio fijo pero tiende,
ya digo,
a la derecha.
No importa lo que pienses.
Él cree en la propiedad y llora por celos,
busca estabilidad,
lo olvida todo
por una certeza falsa de calor;
defiende el país, la familia,
y en cuanto te descuidas
se lanza a veleidades con anillos.
Y ahí nosotros, siempre en lucha
por demostrar que sigue estando,
como afirman los latidos,
a la izquierda.
Homenaje a las hermanas
A veces, las mujeres que admiro lloran.
Lloran polen, lloran piedra, lloran plumas caídas de estornino débil
y aceite quemado sobre la arena gris.
Lloran porque no encuentran
el hilo del buen amor,
lloran porque su voz no es una columna de mármol,
lloran por el peso del río.
Hay mujeres que admiro y no conozco y a veces lloran.
Supongo que también les arden bulbos en las entrañas y tienen en el jardín
tumbas de cedro.
Otras mujeres llevan
el fardo prieto de veinte siglos sobre los hombros.
No tienen mucho tiempo para llorar, pero, a veces,
manantiales y pozos y olas se les caen a las manos.
El charco crece lentamente, alcanza el mar de los charcos de antaño.
Se evapora, llueve.
Lustrosas espigas se hinchan
en un huerto de otra parte.
Acción de gracias
Estar
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir.
Por lo demás,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,
gozar
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.
No pedir más.
Tetuán
Claro que cuando decimos nombres de ciudades
se nos llena la boca de néctar.
Bangalore Manila Cuzco Baracoa:
decimos Brasilia y tenemos flores de colores en las manos.
Pero eso es porque no estamos pensando que allí hay
casas rotas por dentro y varias novias tristes,
la infancia de un amigo
de alguien,
titulares que dicen cónsul, droga, turismo,
callejones oscuros y gente sin empleo.
Una plaza, unos gatos, una nube de humo,
recuerdos de un pasado en que corrió la furia.
No pensamos siquiera en los mercados en los que se acumulan
móviles robados,
zapatos viejos,
pan.
Marrakech Assilah Chaouen Essaouira:
podría decir río buganvilia
leyenda charco puertas
azules
azahar azafrán.
Me paro un segundo.
Me digo que es urgente decidir
hacia qué lado queremos tratar de inclinar
la balanza de las palabras.
Sidi kaouki
Zona temporalmente autónoma
Hay mujeres que escriben
donde las mujeres no hablan,
hay revueltas pacíficas
que derrocan a reyes sanguinarios,
hay poemas que aciertan,
mercaderes que hacen regalos,
hay música en mitad de la batalla,
fresas entre las matas,
hay gente que se encuentra y se entiende, hay
súbitos sorprendentes triunfos del amor sin condiciones:
hay paraísos,
hay pequeños y precarios paraísos
por los que caminamos
como por una larga playa de un mar bravío
en la que huele a pescado a la brasa y se ríe y se baila
y se juega sin reglas y nos balanceamos
al unísono en grandes hamacas de tela roja
y todos nos abrazamos y olvidamos todos,
y todos vehementemente olvidamos,
olvidamos todos con alegre vehemencia
que antes o después
se va a terminar
el fin de semana.
Como entonces, como siempre
Voy a pedir ayuda a la hermandad lejana..
Carlos Edmundo de Ory
Venid los justos de acción y de omisión,
los limpios de alma,
quienes tienen sucias las manos de cavar cimientos,
que vengan, como entonces, como siempre,
el poeta de la tribu y la cocinera
de las fuerzas de los mártires,
los de la palabra exacta,
los del abrazo presto,
venid,
venid aprendices de lo mismo y admirados maestros,
desconocidos compañeros de parecidas luchas,
las profetas,
las insultadas,
las inocentes,
venid las otras mujeres del corazón del hombre que amo,
primeras a las qué salvar si se hundiera este barco,
los imposibles camaradas del insomnio
con quienes discutimos encendidos los leves matices de lo improbable,
venid
los que compartís el sueño y las penurias que arrastra el sueño
venid
como entonces, como siempre,
venid hermanas del abismo y de los brotes:
que está el cielo preñado de un presagio negro
y sea para vencerlo o para caer
mejor será que estemos cerca.
La verdadera razón
(por la que llegamos a la luna y a la pólvora)
El astronauta que partía justo antes del despegue,
el guerrillero en la montaña la víspera del día,
Martin Luther King ensayando ante el espejo su discurso,
la bailarina, el portero,
el que luego llamarían terrorista revisando su artefacto y sus razones,
Galileo convencido,
la encendida sufragista una noche en vela de 1909,
el médico al ponerse los guantes estériles,
el ciclista vistiéndose,
Cristóbal Colón,
el domador de leones,
Marie Curie,
el tierno jardinero que empezaba la poda:
todas ellas, todos y cada uno de ellos,
en el momento decisivo que podría convertirlos en héroes,
también
estaban
pensando…
(con intensidad,
con solemnidad,
con nervios cargados de ilusión
y un deseo prácticamente insoportable)
… en su amor.
Ejercicio
Todos los arqueros saben que para afinar la puntería
hay que entrenar el ojo:
tú que quieres lanzar tus flechas sobre el orden del mundo
tenlo en cuenta.
Escudriña miniaturas para no perder el don del detalle.
Contempla el universo para no perder el asombro de la infinidad.
Lleva tus ojos al horror para que no se engañen
y luego
observa largamente
el cuerpo amado
Lleva tus ojos al mar para recordar que lo permanente se alimenta de lo que cambia.
Lleva tus ojos al desierto para comprobar que la suma de lo pequeño hace lo vasto.
Mira la nada alguna vez.
Mira lo hermoso siempre que puedas.
Mira también a veces
lo que no hay.
Baja los párpados.
Solo desde la pausa
se entiende algo.
Luego, vuélvelos a abrir.
Ritual
Hace muchos siglos, casi al principio de todo,
cuando el peligro tenía a menudo forma de fiera
y no nos creíamos aún más poderosos que los dioses,
encontrarse de nuevo era un milagro suficiente.
Ocurrió entonces que en todos los idiomas
se inventaron palabras que decían
alabados los ojos que te miran,
bienaventurados los caminos que te traen de vuelta.
Decir me alegro de verte no era entonces una forma de hablar.
Sigue habiendo lugares, coyunturas,
donde esto se comprende.
En la guerra y el exilio el saludo es una celebración sincera.
Cuando estrechamos las manos en los tanatorios lo hacemos de verdad.
Porque seguir en pie es una suerte para nada despreciable,
haya memoria del asombro en las costumbres del encuentro:
Decir buenos días y que suene a buen deseo.
Abrazar fuerte, porque quién no está regresando de algún viaje.
Decir qué tal
y quedarnos a escuchar qué nos responden.