«La voz en la poesía», por Claudio Pozzani
En esta nota, escrita especialmente para la revista Ulrika 74 por el poeta, novelista, músico y gestor cultural italiano Claudio Pozzani, el autor nos ofrece su mirada acerca de la importancia de los festivales y por ende de la oralidad para la comunicación vital de la poesía.
La poesía es prácticamente toda mi vida. Gracias a la poesía llevo casi 40 años viajando por el mundo, gracias a la poesía creo que soy un ser humano mejor. Nunca he hecho otra cosa que vivir por y con la poesía: como lector apasionado, como autor y como organizador de festivales. Desde esta triple perspectiva pude ver la «materia» de la poesía de diferentes maneras.
Creo que los festivales tienen un papel central en la poesía, porque dejan clara la prioridad de la dimensión oral en este arte. Mi experiencia de 40 años de lecturas públicas y representaciones poéticas muestra que para mí también el contacto con el público y la oralidad son mucho más importantes que la mera publicación. Para mí escribir un poema ocurre en dos momentos: el primero es cuando decido que el poema está terminado y por tanto ya no será modificado y el segundo es cuando lo recito por primera vez en público. Para mí, la interpretación en vivo significa darle cuerpo al alma de la poesía, haciéndola tridimensional a través de la voz, el gesto y el sonido. Este enfoque mío tan «en vivo» ciertamente también deriva de mi pasado como cantante de rock. Estar frente a un público, recibir sus feedback y reacciones me llena de energía y se desarrolla a partir de ello un diálogo ultraverbal que va más allá de las palabras y su significado. Lo noto cuando actúo en países donde se hablan idiomas muy diferentes al mío: incluso antes de que los espectadores lean o escuchen la traducción, algo pasa entre ellos y yo, como si hubiera un alfabeto secreto, un código mágico donde torna el instinto sobre la razón, que viene con la traducción y por tanto con el significado. Este aspecto es uno de los maravillosos secretos de la poesía. Ni siquiera la diferencia de lenguaje puede detener la conversación emocional y sinestésica entre el poeta en escena y el público. Es la otra cara del misterio de la traducción: la poesía es intraducible y, sin embargo, hay que traducirla para que esté viva y pueda circular como sangre vital.
Aunque atribuyo gran importancia a la dimensión oral en la poesía, creo que la prioridad sigue siendo el texto. Si la interpretación poética no está respaldada por un buen texto, la interpretación en vivo sigue siendo un mero espectáculo que, sin embargo, esconde un vacío. Por eso creo que la mayoría de los slams están muy alejados de la esencia profunda de la poesía. Dado que el efecto especial del monólogo pretende llegar a un público que a menudo no es un usuario habitual de poesía, se renuncia a dos pilares de la creación poética: la investigación sintáctica y la elección de las palabras, es decir, lo que Rimbaud llamaba «alquimia del verbo».
La poesía es un acto revolucionario porque da voz a mundos silenciados por el materialismo y la ansiedad de posesión, dos tumores de la sociedad contemporánea. El pensamiento dominante afirma que tú eres lo que tienes, no lo que eres. Y cuando la situación económica ya no permite acumular y poseer, nos encontramos vacíos, confundidos y abrumados por las preguntas que deberíamos habernos hecho antes. La poesía también ayuda a leer la sociedad contemporánea de otras maneras. Es un hecho que en gran parte del mundo casi todos escriben poesía (o lo que creen que es poesía) y casi nadie lee poesía. Es el paradigma de una sociedad donde todos quieren expresarse, pero nadie quiere tomarse el tiempo para escuchar a los otros. Esto da lugar a interminables monólogos entre personas sordas. Por eso la voz en la poesía es más importante que la simple publicación, que muchas veces es una forma de vanidad. En este sentido, los festivales tienen una función decisiva: desarrollan la escucha de los demás. En una era en la que la información y la comunicación son hiperrápidas, pero superficialmente horizontales, la poesía puede darnos esa verticalidad que nos falta y que nos permite elevarnos. La poesía es la forma de arte más transversal y sinestésica. Contiene en sí todas las artes y logra describir todos los sentidos.
El encuentro entre la poesía y las demás artes nunca ha sido fácil, por la plenitud de aquella; salvo pocas excepciones. Por ejemplo, poner música a un poema nunca ha producido grandes canciones, porque la poesía tiene música en sí misma.
Después de haber escrito canciones durante muchos años sé la diferencia entre escribir poesía y escribir la letra de una canción. Son dos procedimientos totalmente diferentes. Incluso es difícil lograr transponer un poema a imágenes. Muchas veces nos volvemos didácticos o nos alejamos demasiado del texto. Pero el debate nos llevaría demasiado lejos. En definitiva, la poesía es un material que hay que manejar con cuidado, porque puede explotar en las manos… ¿Y si este fuera su verdadero propósito?