Joaquín Mattos Omar

Santa Marta, Colombia, 1960. Escritor y periodista. Es columnista de El Heraldo. En 2010 obtuvo el Premio Simón Bolívar en la categoría de “Mejor artículo cultural de prensa”. Ha publicado las colecciones de poemas Noticia de un hombre (1988), De esta vida nuestra (1998) y Los escombros de los sueños (2011). Su último libro es En la madriguera del genio. ”“Crónicas y ensayos sobre García Márquez (2015).
Nota de viaje
A lado y lado, como dos alas fabulosas, el verde, agresivamente nuevo. Arriba, sobre el centelleo de la cubierta, ese azul que tanto conocemos, irreconociblemente bello. Abajo, después del vértigo de las ruedas, la carretera gris huyendo como gacela espantada. Dentro, por fin, tras el bolsillo de la camisa, un ritmo feliz que no cesa.
Las viejas heridas
Las viejas heridas son monstruos que duermen con pérfida placidez, furias transitoriamente desactivadas, intervalos de silencio entre dos gritos desgarrados, que un mal día despiertan a un terrible conjuro, despiertan a un terrible llamado de algún invisible y atroz enemigo, y renuevan su punzada, su dolor, como un extendido cuero de tigre que, en el centro de la apacible sala, reincorporándose de súbito, se arrojara contra nosotros, armado otra vez de rugidos y de garras. Soltando la costura a su sórdida materia, las viejas heridas vuelven a ensangrentar la vida, dejando brotar lo que debió permanecer cegado para siempre.
Madrigal
No uso la cabeza sino para pensar que te amo. Es un pensamiento fecundo, desnudo, tocado por la fluidez de lo verdadero. Me basta un segundo para pensarlo mil veces y se me despeja tanto la cabeza que entonces lo sé: sólo mío, el acto de amarte existe. ¿Cómo no creer cierto ese radical ademán de asombro con que –el corazón en vilo– me asomo a ti? Con todo, es preciso que tú lo tengas también por verdad, para que el mundo no deje de ser perfecto.
Preguntas al Infierno
¿Está bien pagar más allá, con la terrible pasión de tu fuego, los crímenes más acá cometidos? ¿Hereda acaso la mariposa –tan frívola y alegre como luce–las taras y fealdades del gusano? ¿Es justo expiar en la vigilia, sin derecho a la piedad del olvido, la atroz infamia ejecutada en sueños?
Lugar de asilo
La casa, lugar de asilo,
República Independiente del espíritu,
Pequeña zona liberada,
Invernadero.
Si la ciudad, si el vasto y ruidoso detritus urbano,
Impide que la vida pase
Por tus cauces más secretos
Como una fuente clara y profunda,
Primigenia y feraz,
Cuyo lento y silencioso curso
Deje a su paso la más gozosa plenitud,
La casa, lugar de asilo, retirado jardín de vigas, zócalos y paredes