Felipe Montes
(Monterrey, Nuevo León, México, 1961). Poeta, cuentista y novelista. Actualmente, es director de la Cátedra de Creación Literaria en el Tecnológico de Monterrey. Maestro en Educación con especialidades en Psicología Cognoscitiva, Lingüística Aplicada y Desarrollo Organizacional. Doctor en Estudios Humanísticos con Especialidad en Literatura. Sus obras publicadas a la fecha son El Vigilante (novela), El Enrabiado (novela), Casa natal (poesía), Víctimas de la noche (teatro), El sueño máximo (performance), Por fin educadoras (teatro), Sólido Azul (novela), El Evangelio del Niño Fidencio (novela), Dolores (novela) y Yerbabuena (novela). Algunos relatos, poemas y fragmentos de sus novelas han aparecido en diversas antologías regionales.
Poemas
Fragmento de Yerbabuena
A
quí vienen, de la manita, Los Niños Eleazar y Magdalena, Cabellos Lacios
Pardos y Rubios Enlazados bajo la brisa de esta calle negra de lupanares
y cantinas.
Y le tienden Las Otras Dos Manitas a quienes ahí yerran.
Y acá, contra este muro, orina ese borracho de zapatos negros goteados.
Y por allí caminan Los Dos Cuatitos Solís.
Y ahí viene un borracho con el pantalón abierto, con la mano en los
genitales.
Y aquí vienen los Solís.
Y extiende Magdalena Su Mano, y el borracho la toma y se la acerca
al pene. Y se soba con Ella. Y Magdalena jala Su Mano, y el borracho
más se soba.
Y La Niña mira ese pene con Sus Dos Ojos De Flores.
Y una miel le llena a La Niña La Blanca Mano Abierta.
Y el borracho deposita una moneda sobre esa jalea de La Mano Abierta.
Y los Dos Solís Se alejan.
Arriba sangra el crepúsculo.
Magdalena Se levanta. Se come una tortilla.
¿Y tú?
Vámonos.
Y Su Madre aquí Se queda dormida, parada ante la ventana, con Los
Ojos Bien Abiertos. Mastica un bocado de relleno del colchón.
Pinches Niños Putos.
Y Le escupe a Magdalena.
Y Su Raquítico Hermano Eleazar La jala para la calle.
Aquí viene Eleazar de La Mano con Su Hermana Magdalena.
Ahí van: Dos Niñitas En La Calle, entre esos postes de madera que
Los escoltan.
Pasa arriba una lechuza; Magdalena la mira.
Lechuza.
Mire, señor: Mi Hermana.
Y moneda.
Dos nubes se acomodan allá arriba: esa flota sobre el cerro Del Pilón con
su congestión de resplandores; la otra se le arrima al costado.
Acá abajo, en La Yerbabuena, Andrés Palomares corta leña con su
burro a un lado.
Chas chas chas.
Chas chas chas.
Corta leña Andrés Palomares.
Chas chas chas.
Chas chas chas.
Y carga de leña al burro.
Y estas hijas del abuelo viento y la abuela agua se acercan.
Y viene ésta y se acerca se acerca, y choca contra la otra.
Y las dos nubes se aguantan allá arriba.
Las nubes avanzan entre blandos golpes de vapor.
Esa abraza a la otra, y chispea.
Y crece en su panza gris esa congestión.
Y en el aire se suelta la llovizna.
La otra le tuerce el vientre.
Y defeca un largo rayo sobre Andrés Palomares.
Y le cae a Andrés ese rayo; lo alcanza el fulgor de esa centella, chico
resplandor y un calorón que le tatema los pies y lo avienta.
Se hunde el trueno en su cabello y saca la vuelta a su oreja.
Y alcanza al burro.
Y aquí extiende a Andrés, magullado.
Aquí lo deja, oscurecido.
Y allá queda el burro.
Fulminado.
Y aquella señora se baña en el río Pilón. Y sale, y le viene un viento
fresco. Y camina a su casa, y le pegan unas calenturas. Y sus piernas se
quedan así: trapos.
A Ezequiel Varela lo arrastra esa mula por todo aquel potrero de La
Yerbabuena. Se detiene; él se levanta, se sacude la tierra. Y se mete a su
casa.
Allá, en Gatos Güeros, el esposo de esa señora tiene una vieja, y esa
vieja le pone, a la señora, un mal en un plato de frijoles.
Y el esposo de esa otra señora de Magueyes se le va.
Y, en su casita de La Yerbabuena, la hija de aquella señora da a luz a
su bebé, y está delicada. Y llega su señor, y ve al bebé y lo carga, y lo pone
a un lado. El hombre se acerca a su esposa, le alza la sábana y la penetra.
Ella llora. Él le mete otra vez su pedazo de carne.
Aquella señora se come esos frijoles y le salen cabellos de la boca. Y Se
le atoran en el gaznate. Y Se pone morada. Con Sus Pelos.
Y la señora abandonada y sus niñas comen chile.
Abre Andrés ambos ojos; se cala muy lastimado.
Tiene los pies dormidos.
Ahí está su burro difunto.
Chamuscado.
Andrés se incorpora, camina. Las dos nubes se marchan.
Y a Andrés se le queda ardiendo dentro ese fuego.