Alessandra Coronel
(Carora, Venezuela, 1992). Poeta y editora. Autora de los libros de poemas: Entre tunas (Fundarte-Casa Nacional de las letras, Caracas, 2009) y En los incendios (Ediciones Arte Dos Gráfico -Fundación Esta Tierra de Gracia, Bogotá, 2015). Ha sido merecedora de diversos premios de poesía nacionales. Su trabajo poético se ha incluido en las antologías: Niños poetas de Carora (Carora, 2003) y la antología cubano-venezolana Rosa Caribe (Editorial la Mancha, Caracas, 2013). Además ha sido publicada y reseñada en la separata de la revista de cultura Principia (Barquisimeto, 2010) y la selección «Mujeres poetas Venezolanas» de la revista de cultura del BCV. Sus poemas han sido traducidos al italiano, francés e inglés. Actualmente dirige la editorial Tesalia, en Caracas, Venezuela.
POEMAS DE ALESSANDRA CORONEL
Vino de otro tiempo,
descendió como el mar delgado,
fuego de tierra: era tarde.
Separados
íbamos y veníamos en los incendios
lo solo era lo vivo
De todos los mares
los ojos sin fondo
mudos, se hunden, como un nombre.
Pájaro terrestre
caballo de sombra imaginaria
Ascendíamos por nosotros al desierto.
Alguien dijo que cierta luz
podía quebrarnos la mirada
Pero de vez en cuando me gusta
escuchar que algo se rompe
Viajé
con el ojo a tientas
en la órbita del encanto
Pero desde lo inasible
una voz me decía:
Eres inútil en la región del sueño
eres inútil para navegar
Las alas que fueron hechas
a propósito del viento
también dejan de ser
cuando las nombras
El hogar es cuestión de brazas
y ninguna candela es estable
Tú lo sabes:
los ángeles carecen de destino.
Estamos mezclados al gran mal de la tierra
Juan Sánchez Peláez
Aprendo lo terrible
en el corazón
del otro
Por extraño que parezca
los ríos también acaban
No se tiene nada
Si existe la duda
de la profundidad:
el discurso de la llama
nos regresa y nos consume
Si existe la certeza:
deviene el desamparo
Hay que aprender a rezar
al gran mal de la tierra
a eso que otros, antes que tú,
llamaron memoria.?
¿Cómo puedo tocar
el sonido de lo indefenso
dónde está vestida de ti
la piel del otro?
Nos sentimos seguros en casa
La mirada trepa por el tiempo
como una planta
buscando el último sol
Todas las hierbas
son como tú
Pregúntaselo a la llama
pregúntaselo también
mientras arde la candela.
Dormí
como se duermen los labios
cuando anochece en la boca
Un sueño resistía el oleaje
en la herida más íntima
el cuarto era un rumor espeso
un chisme inclinado
sobre la fingida unidad
La respiración endurecía
como una semana de junio
¿Quién eres tú?
me repetía la vida
que se separaba de mi centro
Yo no tengo nombre, quise decirle
pero era tarde
Haber nacido era ya quedarse mudo.
?
Tengo las manos desesperadas
ahuyentando lo indócil
como pájaros nocturnos
cien veces zambullidos
en la humedad,
aún más nocturna, de la boca
Yo vengo de mí
con melancolía en la sombra
Prométeme también
el desastre del viento
Incorpórame otra vez
a la pobreza del encanto.
¿Qué es un cuerpo desnudo
sino la prolongación de la noche?
Sobre ella invocamos
con frecuencia
la inmortalidad de ciertos astros
Sombra sobre sombra
mora el ardor en lo inmediato
Y cuando todo se apaga
la temporalidad del sueño
nos resiste
Un árbol nos rodea
en el vuelo de otro pájaro
Aun así
¿quiénes somos para permanecer?
Qué lejos queda
mi cuerpo de mí
Qué pena siente el polvo en la luz
expuesto
como una herida
Vendrá uno y dirá:
esto es verdad,
o fue,
o ha sido.
Y tomará con sus manos
la tierra de la que fuimos nadie
para que no nos quede trasparencia.
Se puede morir
sin llegar a lo posible
pero la piel se hace dócil
como una noche en la tierra.