Alejandro Vergara
(Bogotá, Colombia, 1988). Estudiante de la Maestría en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Licenciado en Español y Lenguas Extranjeras de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Exalumno del Centro Don Bosco. Violinista en formación con la maestra Ruth Lamprea. Bailaor en el Grupo institucional de Flamenco y Danza Clásica Española de la Universidad Pedagógica Nacional dirigido por la maestra Indhira Guzmán. La Poesía se le revela como oficio en compañía del maestro Rafael del Castillo. En el año 2004 obtuvo el primer lugar en el Concurso Intercolegiado de Literatura, categoría «Ensayo», promovido por la Editorial Norma en Bogotá. Obtuvo en el 2012 el primer lugar del II Concurso Universitario de Tango Unitec modalidad parejas. Entre el 2011 y el 2013 participa en el colectivo teatral en lenguas modernas de la Universidad Pedagógica y en el colectivo artístico «Geografías e Imaginarios Culturales UPN» con funciones en el Teatro Colsubsidio Roberto Arias Pérez, el Teatro Bogotá de la Universidad Central y el Teatro Jorge Eliécer Gaitán con la obra «Un acto a la memoria, que descanse en paz la guerra». Cofundador del periódico universitario de poesía Aldabón en el 2009. Invitado en distintas oportunidades a las Jornadas Universitarias de Poesía de Bogotá y al Festival Internacional de Poesía de Bogotá en su xxi versión. Coautor del libro Ríos Paralelos, 7 Poetas Latinoamericanos Contemporáneos, Ulrika Editores, 2013. En 2016 publicó su ópera prima Rapsodias para la pérdida de memoria.
PODCAST DE POEMAS DE ALEJANDRO VERGARA
POEMAS
Las mentiras de la National Geographic
Abeja
El bosque nunca existió
Toda tu vida has estado buscando azúcar
En la alacena
Vitrales
I
Ella es la dama del dolor
La aprieto entre mis brazos pero su voz se ha ido a otra parte
Sus manos frías
Frías
Manos
Qué será de la poesía si no despierta
Qué será de mí
Ella es la dama de los girasoles
Yo reuniré sus tres pedazos
Los comeré de tal forma que sus ayes me crezcan con las uñas y pueda cortarlas
De tal forma que ya no duelan las palabras esenciales
De tal forma que al salir de la cama se levante en mí y nunca más la soporten vitrales rotos
¿Cómo parar la tormenta en la tienda de cristales?
Tanto como a ella me crujen los huesos bajo el peso de la noche
De madrugada la presento a los fantasmas como criatura de mis entrañas
II
Las columnas de la catedral se le parecen
Yo me inclino como un prófugo
Pidiendo por ella
Misericordia
Oda a los zapatos
Ellos se parecen a la pobreza de todos los hombres
Qué más secretamente fiel que su silencio
Que el relámpago de sus arrugas
Anacoreta
El sol es un Diente de león
Fragmentos que estallan en un vuelo de fachadas sobre canarios
Las algas hacen la corte a almendros submarinos
Humaredas
Soy un Diente de león
En un prado
En una esquina cualquiera
Cornos en la oscuridad
Que los asientos de los parques brillen
Que bailen las luces peregrinas en el lago
Que un niño sueñe que es Diente de león
Los montículos que ruedan
Los zapatos de los niños
Hay gente que trae ruido en los zapatos
Los árboles huyen
Su voz escapa de los dientes como piedras
Quién sabe si en el estanque revuelto de su vida
Hace tiempo les hayan pescado el alma
Y la tenga un gringo barbón en su cabaña como
trofeo
Como en un accidente trágico
Cierro los ojos para no ver su sonrisa cuando saludan
Cuántas palomas de ciudad en su plaza rota
Un perchero sin ramas
Hay gente que trae comida en sus bolsillos
En las manos, en los ojos
De ellos es el reino del estómago contento
Del «Dios le pague»
Inmortal
Del extranjero
Niña con ojos
Ella es un pellizco de viento
La niña escucha «Santa Lucia» siendo todos los azules que aún no sabe que es
No todo
A pesar de todo
Es del mismo color de la muerte
Dos Modiglianis de la mano
Ella y su madre tomando el taxi
Dos luciérnagas embufandadas
Sentadas en el cine
Tan aire
A ella hace falta verla como lo hacen las hojas
El sol bogotano
Brilla y se oculta
Brilla y se oculta
Como una piedra milenaria, un recuerdo sagrado, una sábana de infancia
Uno visita la fuente inusitada de sus ojos
Esperando que brille con esplendores de miel silvestre
Esperando
Sin esperar
Agua que suena
El trémolo que describen las sombras de las hojas
Aparece con el sol tras las aceras
La miseria ocultó su miseria bajo las fachadas
Por un momento
Qué bien valsea la loca de la esquina
Hay siempre un balón para los niños de Don Bosco
Dios se parece a su carrera de segundos en el patio sin hoy ni mañana
A las zanjas de una mano que se abre
Dan ganas de bailar la Danza del sable calle arriba
Repartiendo copas destiladas a quien pasa
Al mejor estilo del bunde, de Condoto, de sus ébanos festivos
Hay sonidos en el aire bajo el agua
Agua que suena