Fadir Delgado Acosta
(Barranquilla, Colombia, 1984). Autora de los libros de poesía La Casa de Hierro y El último gesto del pez. Ha publicado en diferentes revistas literarias nacionales e internacionales. Invitada a distintos festivales y encuentros culturales en países como Francia, Canadá, México, Perú, Cuba, Venezuela y Ecuador, así como en otras ciudades del territorio nacional. Premio en Poesía del Concurso Internacional de literatura de la Universidad de Buenaventura, 2014. Ganadora de la Residencia Artística en Montreal por parte del Ministerio de Cultura de Colombia y el Consejo de Artes y Letras de Quebec, en el área de literatura, 2013. Ganadora de la convocatoria internacional de la Oficina de la Juventud de Quebec para participar en un intercambio literario en esta Provincia, 2010. Su libro El último gesto del pez fue traducido al francés y publicado por la editorial Encres Vives de París, 2015. Se desempeña como directora de talleres de literatura y coordinadora de la Fundación Artística Casa de Hierro de Barranquilla. Tiene un libro inédito de cuentos llamado No es el agua que hierve.
POEMAS DE FADIR DELGADO ACOSTA
Desde el tren
Hoy descubrí que los peces se ahogan en la ropa mojada
Que París es un caracol
Que los castillos amarillos existen al sur
Que las llegadas de los trenes producen un cierto espasmo
una leve y monstruosa saliva en los ojos
Descubrí calles que se creen arañas
Las hijas del sol en las hojas de otoño
Palomas sin miedo a los pies
He visto un río sin pliegues
No se parece a los otros
He visto trenes abalanzarse
sobre tanta gente como serpientes
Una piedra mítica
La mitad de un arco iris
Descubrí que los paraguas se extravían para convertirse en fantasmas
que algunos peces han escogido una rara forma de morir
Una ciudad de ecos
de rayuelas
de parques musicales
y castillos de agua
Un macabro baile de
campanas en una sola calle
Descubrí que las estaciones de trenes producen ansiedad
Allí fue imposible imaginarme el amor
Descubrí que los trenes son egoístas
No les interesa conocer a nadie
Descubrí que los molinos de viento se reúnen en algún lugar del mundo para hablar del viento
He visto la luna como una gota de agua cayendo sobre el río
Globos que se convierten en peces
Papeles anaranjados como cielos
Carruseles dorados
Ciudades a donde llegan los objetos perdidos
Hoy descubrí que prefiero aquellos trenes antiguos
Que nadie vendrá a borrar la sombra
La cicatriz del viento
Descubrí
cómo salvar peces en la ropa mojada.
Tierras de ajonjolí
Mira que es triste dejar caer un globo
Mira que el abismo se oculta entre las hojas
Mira que las sombras se atrapan como moscas
Mira el río
Mira las calles sin nombres que se dejan nombrar
Mira que podría recoger olivos
Ojos de aceitunas
Tierras de ajonjolí
Mira las luces de bengala
Mira que hay lugares donde los espejos se tejen
donde los peces lloran a los globos que mueren
Mira esas lágrimas de trigo a luz del sol
Mira que los rayos a veces retoñan y
suelen incrustarse como lámparas afiladas
como la última punzada de la aguja
Mira los tambores
Mira el mar cuando se recoge
Mira el temblor de los peces al llegar a la orilla
Mira los árboles soltando restos de la lluvia
Mira los cementerios en las oficinas
Mira el río
No es el río
Es un fantasma
La ciudad lo mató
Mira los trapos extraviados entre la espesura de las calles
Mira el horror de sus abrazos
El filo de sus halagos
Mira la ciudad
Es un fantasma
Esos trapos la mataron
Mira
no dejes caer el globo
Mira que es triste
Mira que duele
La ciudad es un fantasma.
El último gesto del pez
¿Y quién eres?
El último gesto del pez
Una silaba que nadie usa
Las sobras de un abrazo
Un circo con ciegos trapecistas
La mueca del payaso
Un calendario de cuerda
Un puñado de alfileres
Una jaula para hormigas amarillas
Un pez que llegó a morir lejos del mar
¿Y tú quién eres?
El mar que vino a ver cómo mueren sus peces.
Armario
La ropa
es hierba
aparece por las líneas siniestras del armario
Veo animales cosidos
un armario que me intenta espantar con sus dientes de trapos
unos trapos que se arañan entre sí
El armario es tierra encendida
las hierbas brotan
la ropa se extiende
como criatura que incrusta sus uñas en el aire
El armario se burla
se burla
de los escalofríos que se rompen como porcelanas
de los escalofríos
de la calle que me viste
que me salta como pez suicida al abrir la casa
El armario tiene escamas
El armario se traga las sábanas
El armario se traga los insectos
el timbre del teléfono
El armario se va tragando todo
ahora se traga él
se come a pedazos
hasta desplomarse
hasta consumirse
hasta consumirse
hasta desplomarse
y
entonces
recojo
los restos y la hierba.
Acuario
Entro al acuario
El caracol se abre para dejarse penetrar
Algunos peces incrustan sus ojos a los vidrios
y a los solares abiertos para el sol
Veo de cerca peces rojos de tanto lápiz labial
peces con las bocas llenas de sudor
Peces muertos
muertos de la risa
muertos del hambre
Aquí van peces viejos
Peces que se van a tragar otros peces
Peces que se creen pájaros
Peces que no se creen nada
Peces que no abren sus ojos por pura pereza
Lagañosos de espíritu
con la saliva oxidada
Peces del mar
del río
de la tierra
peces de las calles
peces de motel
peces que duermen para no verse morir
peces aburridos
que se van escupiendo
que inauguran monumentos por no tener nada que hacer
Aquí van peces que no se inventan nada
Peces que se echan telas encima para no morirse de frío
y otros simplemente para posar de bien vestidos
Peces que no hablan o que hablan mucho para decir poco
Peces que ladran que huelen muy mal por tanto perfume
Peces que tocan tambor
y balbucean con la gaita
Peces que van a la fiesta
a los entierros
a la rutina
peces que se enteran y otros que no se dan ni por enterados
peces que siembran cuchillos en las espaladas
Desde aquí se ven pasar esos peces que han comprado acuarios
para evitar revolcarse en los sudores de otros
para morirse solos en su propia mugre
para presumir la estupidez o simplemente porque se les da la gana
Peces que se quejan y nadie escucha
Peces insoportables
Vendidos
que se dejan seducir por la carnada
Peces que bostezan para tragarse el mundo y sólo se tragan una mosca
Aquí y en las calles se ven pasar peces de diarios con malos olores en las manos por escribir tantas mentiras o medias verdades
Peces perdidos en este acuario sin agua
En esta ciudad de tierra
Tan dolorosa
Sobreviviente a silencios
A escombros
Peces esperando que los dejen dignamente en algún lugar
que entran al acuario para morir un poco
Aquí van peces
Y peces
Y más peces
Perdidos
Enredados
Muertos
Muertos de la risa
Muertos del hambre
Muertos del miedo
En este autobús sin alma.
Hierba
Para suponer ofrendas al sol
tendría laureles incendiados
frutos de luz
enjambres de peces
Leería las líneas de las hojas
Adivinaría la suerte de los árboles
Sembraría gotas de lluvia
el agua y sus raíces
Buscaría mangos en los patios
buscaría almendros entre la ciudad
Recogería las hierbas del armario
Cuidaría como plantas a los espejos y adornaría con ellos las ventanas
Abriría con un grito la crueldad de los girasoles
para que dejen esa forma terrible y perfecta
de mirar los trigos de este espanto
Para que dejen esa forma terrible y perfecta
de mirarme el dolor como quien ve mandarinas y
ciruelas de cristales
Para suponer ofrendas al sol
tendría que curar el herrumbre de viejos vestidos
y quitarme las hormigas que se cuelgan de la piel como alfileres brillantes
y quitarme tanta hierba
y tanto óxido
Para suponer ofrendas al sol
tendría que encender la lámpara
y esperar que la luz corra y se trepe como gato en las paredes
tendría que encender la lámpara
tendría que encender la lámpara
y luego
jugar a las ofrendas.
Mofa
Aburren los edificios
El grito de los carros
Aburre el afán
y los autobuses que nos vienen a buscar para torturarnos
Aburren los días especiales
Aburren los acuarios
Esos centros de la mentira y
sus vitrinas que hacen mofa
Aburre el ruido tonto del televisor
El silencio de los periódicos
Las páginas sociales
Esos séquitos de la moda con su gente de tela
Aburre escribir esto
A casi nadie le importa este aburrimiento
y eso
eso
también aburre.
Fantasma
La presencia de la aguja espanta
La saliva del perro sana
Mirar el espejo es bueno para el insomnio
Una tortuga bajo la cama trae suerte
Eso dijo
Los peces no deberían morir en casa
Los girasoles nada salvarán
Darle cuerda al viejo tren de juguete es inútil
Eso dijo
Hacer un hilo de lágrimas
Tener una hormiga invisible
Soñar con iguanas
No significa algo
Eso dijo
Nada dijo de las hélices que se curan en el patio
de lo pájaros que regresan
del último viaje del viejo tren
Nada dijo de todo aquello que sucede cuando el árbol queda solo
de la mariposa en la puerta
de los ruidos que hace el fantasma del pez
por eso
los peces no deberían morir en casa
Eso sí lo dijo.
Procesión de gotas
Llueve
y es una lluvia que cae en silencio
sin palabras
Sólo cae en su soledad
En su terrible y sonámbula soledad
Ni siquiera logra despertar a los techos dormidos
Ni siquiera logra el ladrido del perro
Ni siquiera logra pronunciar un nombre
Es una lluvia que cae muerta
Sus gotas son espíritus
sombras de otras sombras
sombras de otras gotas
Ve y levanta sus muertos
Ve y levanta los muertos de la lluvia
que saltan y se le pegan como ácaros
a la calle
a la adolorida y farsante calle
y
la calle no es más que un sepulcro
que le toca tragar muertos y más muertos
muertos que no pidió
muertos que no le importan
que no necesita
que la buscan como el último lugar para quemarse muertos
Hay gotas de lluvia que se vuelven sortijas en los dedos o peces
sobre el tejado
Hay gotas de lluvia que se estacionan en los ojos para espantar la lágrima para curar los cristales
los ebrios y
filosos cristales.
Pero eso que cae afuera
Eso que cae es sólo una procesión de gotas
Hilos fúnebres de gotas
que nos arrojan a la cara
que nos echan en cara
todos nuestros muertos.